Se estima que cerca de 50 millones de personas en el mundo sufre de epilepsia; una enfermedad cerebral crónica que afecta a las personas de todas las edades. Se caracteriza por convulsiones o episodios de movimientos involuntarios frecuentes y que pueden producirse en diferentes partes del cerebro debido a descargas eléctricas excesivas y sincronizadas de las neuronas de la corteza cerebral. Se relaciona un alto costo emocional y social para quien lo padece y su entorno, ya que suele ser estigmatizado, lo que afecta su autoestima y seguridad.
Las crisis pueden ser variadas, dependiendo de la zona cerebral en que ocurre. Además de convulsiones en que la persona pierde el conocimiento, se pone rígido y presenta sacudidas incontrolables de manos y piernas, en la mayoría de los casos los síntomas son menos evidentes: con desconexión momentánea de la realidad, confusión temporal y síntomas psíquicos como miedo o ansiedad. Lo común en todos los casos es que dura minutos, con un inicio y término abrupto, y con un patrón que se repite en cada crisis.
Las personas con epilepsia suelen tener más problemas físicos como hematomas, traumatismo e incluso fracturas producto de las convulsiones y también una alta tasa de ansiedad y depresión. El riesgo de muerte prematura suele ser hasta tres veces mayor que en la población general.
Aunque en la mitad de las personas que padecen esta enfermedad se desconocen las causas que la gatillan; en el otro 50 por ciento se estima que la epilepsia se debe a factores diversos, entre ellos:
- Tumores cerebrales
- Causas genéticas
- Daño cerebral que puede producirse antes o después del parto, como asfixia, bajo peso o traumatismos al momento de nacer
- Malformaciones congénitas o malformaciones cerebrales
- Accidentes cerebrovasculares que produce poca oxigenación cerebral
- Traumatismos craneoencefálicos de gravedad
- Enfermedades infecciosas cerebrales como las meningitis, encefalitis, entre otras
Tratamientos
Es fundamental tratar la epilepsia para un correcto funcionamiento cognitivo, mental y social de quien lo padece y porque esta condición es una amenaza permanente para el paciente.
Lo primero que se aconseja es controlar el ambiente en que la persona se mueve y aquellos factores que pueden gatillar una crisis, tales como: ciclo de sueño, estrés, restringir el alcohol, interrupción de fármacos, toma de otros medicamentos, cuadros febriles, etc.
Los fármacos antiepilépticos o anticonvulsionantes adecuados -que actúan a nivel nervioso central inhibiendo las descargas anormales neuronales-, pueden disminuir hasta en un 70 por ciento las convulsiones en una persona diagnosticada con epilepsia. En otros casos, la cirugía puede controlar las convulsiones en la mayoría de quienes presentan esta enfermedad cerebral.
Fuentes: OMS, Mayo Clinic y Clínica Alemana